No es suficiente que el docente conozca los nuevos desarrollos tecnológicos, debe comprender lo que es la tecnología. Sin embargo, comprender lo que es la tecnología y sus implicaciones resulta casi tan importante como su utilización; ya que ha través de ella el docente puede mejorar la calidad de sus clases.
Que la sociedad ha cambiado es una obviedad, lo que resulta desconcertante es que en pleno siglo XXI el debate entre la bondad / maldad; entre lo aceptable / inaceptable; entre lo pertinente / no pertinente del uso de la tecnología siga en boga y tan actual como si no fuera un tema sin conclusión desde el siglo pasado. Un tema por demás explotado desde muchas perspectivas diferentes, bipolares.
La tecnología podría definirse como nuestra expresión más sublime de creación y dependiendo del USO / ABUSO de ella es entonces bendición (cuando se utiliza para mejorar la calidad de la enseñanza) o perdición (cuando se utiliza como único medio para dar una clase).
Considero que la renuencia de muchos docentes a la utilización de la tecnología es multifactorial donde intervienen factores como una larga carrera sin desarrollos tecnológicos y con buenos resultados profesionales; un temor a lo desconocido; una falta de comprensión hacia la tecnología; una renuencia al cambio “si fungi movere non movere” etc.
Autores tan renombrados como Shumpeter (1975) consideran que el desarrollo tecnológico desequilibra a las personas (en el caso que nos ocupa a los docentes) porque requiere de capacidades especiales que no poseemos y tal vez muy dentro de nosotros creemos que seremos capaces de desarrollar. Se puede decir que la utilización de desarrollos tecnológicos nos hace perder nuestro punto de equilibrio (zona de confort) y nos enfrenta con lo desconocido, lo nuevo, con la inmensidad.
Incluso sé de casos de decepción, de profesores, tan grande que comentan “apenas acabo de aprender a utilizar Works y ya salió Word 2007, todo lo que me esforcé no valió la pena, de todos modos mis alumnos van delante de mí”. Esto se debe a que los cambios en tecnología son más bien saltos inmensos de conocimientos nuevos que fácilmente desplazan a los viejos (conocimientos).
Sin embargo, el desarrollo tecnológico no va a frenarse, Quintanilla (1991) afirma que existe una lógica del desarrollo tecnológico regulado por “el imperativo de innovación constante”. Es decir la innovación no es un accidente en la historia sino una constante.
Es importante resaltar que el desarrollo tecnológico posee una fuerza que rebasa cualquier intento humano por detenerlo. Tiene carácter de inevitable y, por lo tanto, la adopción tecnológica por parte de los docentes no puede pasarse por alto; las consecuencias, positivas o negativas, de su utilización deben ser estudiadas y analizadas de acuerdo a los contextos específicos de cada aula o institución.
Que la sociedad ha cambiado es una obviedad, lo que resulta desconcertante es que en pleno siglo XXI el debate entre la bondad / maldad; entre lo aceptable / inaceptable; entre lo pertinente / no pertinente del uso de la tecnología siga en boga y tan actual como si no fuera un tema sin conclusión desde el siglo pasado. Un tema por demás explotado desde muchas perspectivas diferentes, bipolares.
La tecnología podría definirse como nuestra expresión más sublime de creación y dependiendo del USO / ABUSO de ella es entonces bendición (cuando se utiliza para mejorar la calidad de la enseñanza) o perdición (cuando se utiliza como único medio para dar una clase).
Considero que la renuencia de muchos docentes a la utilización de la tecnología es multifactorial donde intervienen factores como una larga carrera sin desarrollos tecnológicos y con buenos resultados profesionales; un temor a lo desconocido; una falta de comprensión hacia la tecnología; una renuencia al cambio “si fungi movere non movere” etc.
Autores tan renombrados como Shumpeter (1975) consideran que el desarrollo tecnológico desequilibra a las personas (en el caso que nos ocupa a los docentes) porque requiere de capacidades especiales que no poseemos y tal vez muy dentro de nosotros creemos que seremos capaces de desarrollar. Se puede decir que la utilización de desarrollos tecnológicos nos hace perder nuestro punto de equilibrio (zona de confort) y nos enfrenta con lo desconocido, lo nuevo, con la inmensidad.
Incluso sé de casos de decepción, de profesores, tan grande que comentan “apenas acabo de aprender a utilizar Works y ya salió Word 2007, todo lo que me esforcé no valió la pena, de todos modos mis alumnos van delante de mí”. Esto se debe a que los cambios en tecnología son más bien saltos inmensos de conocimientos nuevos que fácilmente desplazan a los viejos (conocimientos).
Sin embargo, el desarrollo tecnológico no va a frenarse, Quintanilla (1991) afirma que existe una lógica del desarrollo tecnológico regulado por “el imperativo de innovación constante”. Es decir la innovación no es un accidente en la historia sino una constante.
Es importante resaltar que el desarrollo tecnológico posee una fuerza que rebasa cualquier intento humano por detenerlo. Tiene carácter de inevitable y, por lo tanto, la adopción tecnológica por parte de los docentes no puede pasarse por alto; las consecuencias, positivas o negativas, de su utilización deben ser estudiadas y analizadas de acuerdo a los contextos específicos de cada aula o institución.
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